¿POR QUE DEDIDÍ SER MAESTRA?
Para que yo tomara la decisión tan importante de ser educadora solo bastó una experiencia en mi vida, pero antes de que esto sucediera pasaron diferentes circunstancias en mi vida para llevarme a ese momento adecuado y oportuno.
Para comenzar yo nací en una familia nuclear, en la cual todos mis los integrantes siempre han estado apoyándome en las decisiones que tomo, así que nunca he tenido problema con que lo que yo quiera hacer en mi vida, siempre me dan su punto vista, pero sin dejar de apoyarme.
Durante mis primeros años de vida yo fui la más pequeña de la casa, por supuesto la más consentida, pero a pesar de eso mis padres me educaron con valores muy importantes para mí desarrollo, como lo son la responsabilidad, el respeto, la tolerancia y la obediencia, gracias a esto, y con ayuda de Dios, he llegado hasta donde estoy, así que se puede decir que me familia cumplió con su deber como agencia formal (Martínez, ¿?).
Para el tiempo en el que ingrese al kínder, porque en aquel tiempo ese era su nombre, yo tenía gran conciencia de lo que hacía y por ello puedo recordar varias experiencias agradables y algunas otras no tanto, gracias a eso en éste momento estoy muy contenta con mi decisión, pues quiero quedar en los recuerdos buenos de los alumnos que tenga, así como mi maestra esta en los míos.
Cuando fue tiempo de pasar a la primaria me costó mucho trabajo asimilar el cambio que sentí, porque existió una ruptura demasiado drástica (Jospin, 1990). Estaba acostumbrada a un trato más maternal y de cuidados, en comparación, ya en la primaria yo tenía que hacerme responsable de lo que me pasara y de lo que no. Para el final de ese periodo ya no contaba con la suficiente conciencia para valorar lo que mis maestros hacían por mí desarrollo, así que no tengo un buen recuerdo de mis profesores.
Después, en la secundaria, es la etapa donde no tengo experiencias favorables de lo que debe ser un maestro, pues es la etapa donde creo que menos importancia se le da al desarrollo integral y, sobre todo favorecedor, de los alumnos. Tal vez esto se deba a que la adolescencia es la edad más difícil de una persona, y no logramos apreciar lo bueno que otras personas, en especial los maestros, hacen por nosotros.
Para este tiempo no tenía ni la más mínima idea de lo que quería estudiar, ya que estaba un poco decepcionada de todas las profesiones (y aún más de la decencia), además se me hacía muy difícil seguir estudiando porque creí no tener la suficiente paciencia y dedicación para cualquier carrera.
Al terminar la secundaria todo lo que pensaba cambio, pues mi vida dio un giro inesperado. Al entrar en la prepa yo tenía un pensamiento diferente sobre la educación, y de nuevo sentí ese respeto y admiración por mis maestros, porque ellos nos dan la oportunidad de conocer más a fondo lo que hacen por nuestra educación.
Así se me abrió un nuevo panorama de lo que en verdad conlleva ser Docente, se me quito la idea, como lo menciona el estudiante Arturo Navarrete, de que “ser docente no es gran cosa, no hacen nada, solamente se la pasan en huelgas, ganan poco, y por no fuera suficiente, deben aguantar a los alumnos ruidosos y groseros” (Ramírez, 2004), dándome por primera vez esas “ganas de ser maestra”, aunque en ese momento no fueron las suficientes para tomar una elección profesional.
Para el final de la preparatoria, en el año 2008, yo no sabía que profesión elegir, así que considere más correcto el no realizar ningún examen de admisión al nivel superior, para no tomar una decisión de la que me fuera a arrepentir. Mis padres apoyaron mi decisión, y me dieron la oportunidad de estudiar por dos años francés en la UNAM FES Naucalpan.
Durante esos dos años seguía en la misma opinión de no saber qué hacer de mi vida, hasta que me di cuenta que tenía que comenzar a trabajar, y tal vez estando trabajando en diferentes áreas, me diera cuenta de lo que en verdad me gustaba, para por fin tomar una decisión.
Comencé a trabajar en una empresa, en la cual me intereso el área administrativa, pero no completamente, así que decidí salirme.
Gracias Dios y a mi papá se me dio la oportunidad que me llevaría a estar donde estoy: me contrataron como maestra de francés en un preescolar, pero lo más sorprendente es que a la semana de trabajar en esa escuela la directora me dio la oportunidad de ser titular de un grupo. Fue algo tan sorprendente que aún no termino de creer que me tuvieran la confianza para dejar en mis manos esa responsabilidad tan grande, ya que yo no contaba con los “saberes teóricos” para poder enseñar a mis alumnos (Jiménez, 2007).
Comencé a trabajar en el preescolar un 23 de Agosto del 2010, es ahí donde comienza toda mi experiencia con niños, pero a pesar de todo esto aún no tenía una decisión firme sobre la profesión más adecuada a mis necesidades y expectativas.
El 16 de Enero del 2011 tuve la experiencia más maravillosa que cambiaria el rumbo de mi vida, desde ese momento supe que debía de confiar en lo que Dios ya tenía destinado para mí, y dejar de preocuparme por lo que yo creía que era mejor para mí vida. Fue con esto que me di cuenta que no era casualidad que yo estuviera trabajando precisamente de maestra en un preescolar, y además, que todas las personas que estaban involucradas en ello (como docentes, directivos y padres de familia), me dijeran que hacia un excelente trabajo y que se notaba que era con mucha dedicación, es decir, las personas reconocían que ésta es mi vocación.
En el momento en que comencé a tomar enserio lo que las personas me decían, supe que esto es lo que yo siempre había estado buscando.
Así que por fin me decidí a por ser Licenciada en Educación Preescolar. Esta es una profesión en la que se puede aportar con un granito de arena en el desarrollo integral de las personas que serán nuestros estudiantes, como dice Jospin (1990): “El jardín de niños es el lugar de los aprendizajes esenciales para el desarrollo futuro de los niños”. También es una profesión que puede desempeñarse tanto en lo académico como en lo administrativo y eso, en verdad, me gusta mucho.
Quiero comenzar a formarme “a través de mediaciones” como lo menciona Ferri (1990), para poder ser el pedestal educativo necesario, en el cual se funden los aprendizajes sistemáticos de los alumnos (Royal, 1999).
Existen muchas cosas por las que estoy feliz, tranquila y al mismo tiempo emocionada de estudiar educación preescolar, pero lo más importante es que tengo la confianza de que, aunque me haya tardado tres años en tomar esta decisión, todo lo que pase es por algo, Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, además es la mejor profesión que pude haber elegido.


